Me reservare dar nombres, por temor a herir sensibilidades a quien pueda tocar.
Ayer murió un querido y respetado comerciante de
Santiago ... se sentirá mucho su pérdida.
Hace años que tenia un prestigioso y gran comercio en pleno centro. Tanto, que la gente colmaba el local; debido a la perfección y simpatía de las empleadas, el agradable ambiente, las novedades, la variedad y calidad de la mercadería, los precios casi al costo y las facilidades de pago; hacían del negocio exitoso. Hasta recuerdo que llego abrir varios domingos por solicitud de los clientes; algo llamativo para un comercio de ropa.
Entre amigos y conocidos era un punto de atracción este negocio, no solo por el encuentro en si, sino por la insólita escena que ofrecía mañana y tarde.
Todos quedaban maravillados por la buena actitud de sus empleadas, el estilo y la capacidad que tenían para la venta, motivaban a los asiduos clientes y curiosos.
Eran tres, se complementaban y se entendían, siempre de buen carácter, nunca un mal gesto para con la gente ni para con el dueño y menos
entre ellas.
Era agradable verlas imponerse con soltura tras el circunstancial cliente: convencían y vendían.
Los amigos del dueño las saludaban calidamente a las tres de la misma manera, era comprensible, alguna vez compartieron reuniones con ellos.
Según comentarios, el dueño les prohibió a sus amigos tocar determinados temas “pasados” y “actuales”, ni siquiera una insinuación; en la tienda no se hablaba de temas afectivos ni sensibles.
¿Pero como logró esa triple conformidad?, nunca lo sabremos, solo ellas conservaran el
indiscreto misterio.
Y ¿ahora que él no estará, se dañará tamaña conciliación?. Aclaro que la interrogación no se refiere al triunfante negocio.
Lo que el difunto llego a armar y sostener, tan admirable para familiares, amigos y chismosos ¿llegara a su fin?. Porqué, como “un buen musulmán” logro la armonía de estas tres mujeres…
Una ex esposa, una ex amante y su última novia en vida.