lunes, febrero 02, 2009

Doña despistada

“Las apariencias engañan, no las juzgues”.
Anónimo

Una tarde, llega apurada a nuestra terminal nueva, mi tía Tere, una elegante viuda.
En informes le dicen que el micro está retrasado para ir a Frias y que tardará aproximadamente treinta minutos en salir. Molesta, va al kiosco, compra una revista, un paquete de Rumba y una lata de gaseosa.
Preparada para la espera, se sienta en uno de los cómodos asientos. Mientras hojea la revista, un joven pinta de hippie, se sienta a su lado y comienza a leer un diario…
Sorpresivamente mi tía ve, cómo el muchacho, sin decir nada, estira la mano, agarra el paquete de galletitas que esta en medio de los dos; lo abre, saca una y comienza a saborearla.
Mi tía indignada, dispuesta a no ser grosera, pero tampoco hacer de cuenta que nada ha pasado… con un manoteo exagerado, saca una galletita y la come mirándolo fijamente.
El joven sonríe... le guiña el ojo y toma otra galletita.
Tía Tere chista, toma una nueva Rumba, la come sosteniendo otra vez la mirada al muchacho.
El intercambio de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. Mi tía cada vez más irritada y el muchacho cada vez más expresivo.
Finalmente, en el paquete queda la última galletita. Piensa mi tía "No puede ser tan cínico", y queda quieta observando al joven y a la galleta.
Con calma, el muchacho, toma la última galletita y, con suavidad la despega en dos y con una sonrisa amorosa le ofrece a mi tía la parte en que quedo el relleno.
- ¡Gracias! – le dice irónicamente tomándola con rudeza.
- De nada, se lo merece - contesta el joven sonriendo mientras come su mitad.
¡Por fin, el micro llega!.
Indignada, mi tía Tere levanta sus cosas y sube.
Al arrancar, desde la ventanilla ve al muchacho todavía sentado en el banco y murmura: "que ordinario y guarango".
Siente la garganta seca por la bronca. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende… su paquete de ¡galletitas!... ¡completo, sin abrir!.