domingo, mayo 16, 2010

El crimen máximo, prestar un libro

“Si un hombre era grande en vida, se vuelve diez veces más grande después de muerto”
Thomas Carlyle
 Al término de una divertida clase de Historia Universal, ante la pregunta de un interesado alumno sobre la cita: "Tonto quien presta un libro, más tonto quien lo regresa", el dispuesto profesor Luis Marcelo Quiroga opinó:
“Todos los que tenemos bibliotecas, algunas veces nos vemos presionados cuando tenemos que prestar algún buen libro a un amigo.
Por más que considero que somos depositarios de un conocimiento y que nuestro deber es compartirlo; pero ocurre desgraciadamente, que en vez de devolverlo en tiempo y forma, resulta que pasan los meses y, si te he visto, no me acuerdo ya del libro. Con lo que nos quedamos sin el ejemplar prestado, y el casual amigo se queda con una obra valiosa o difícil de encontrar. Que te ha costado tus buenos pesos o que te lo han obsequiado y lo conservabas como un sentimental recuerdo, con mayor valor que el económico.
 Entonces la perfecta excusa para despejar a esos apasionados de libros ajenos, aconsejo colocar en la biblioteca, una Bula de Excomunión, dictada por Su Santidad hace unos siglos.
 Y mi frase personal elegida es: Los libros y los discos no se prestan, se aconsejan o se regalan; sabio consejo para no perder libros, discos… ni amigos”.


martes, mayo 04, 2010

La advertencia


“Acecho que estas bien, no perdiste tu vida, eso es lo destacado, que asigne significación para andar atento, nos vemos la próxima”.
 Me despertó a las 4 de la mañana este curioso mensaje de texto, lo leí un poco adormecido. Alguien que tipeo mal me lo mando equivocadamente por una página de internet.
 Simplemente se confundió, pero me desconcertó y no pude volver a dormir.
 ¿Para quién será, que accidente abra tenido, estará grave, será santiagueño, que relación tendrán el remitente y destinatario, porque le mando anónimamente ese texto a la persona que no perdió la vida?.  Comenzaron atraerme estas interrogantes y porque ese sms cayo justo a mi celular… un extraño mensaje para el supuesto herido.
 Analicé varias veces el texto. La palabra “acecho” no es común, casi nadie la usa, me recuerda a mi abuelo que la decía como sinónimo que nos vigilaba por las siestas de no escaparnos con mis hermanos a jugar en la calle.
 “Destacado” “asigne” “significación” “atento”, solo alguien con una riqueza de vocabulario, se expresa así, ¿quizá el mensaje sea de un veterano profesor al alumno?. ¿Pero a esa hora?.
 Enfocándome más de lo debido con el mensaje se hicieron las 6:30, hora de ir al trabajo, dos horas y media divagando con algo que no era para mí, ni de mi incumbencia. La conclusión es, sea quien sea, está bien y le dará un significado a la vida de ahora en adelante, y seguramente el remitente al darse cuenta con el apuro que tecleo mal el número, le mando el mensaje esta vez firmado.
 Salí a la calle, me sorprendió la densa niebla que había, anormal para esta época en Santiago… y otra vez el antojo de seguir pensando en ese extraño mensaje, porque ese anónimo un tanto apático dio unas palabras raras de aliento. Caminado por la vereda seguía con el capricho de descifrar esas incógnitas que yo las agrandaba y les daba misterio.
 Distraído en mis reflexiones, sin mirar al costado entre la molesta niebla de la calle Urquiza, una luz se agrando súbitamente y me paso rozando la cintura.
 Me gritó una merecida guarangada el de la moto, no recuerdo bien qué, pero quede consternado no por el susto del golpe que esquive, sino por el mensaje que entro al instante a mi celular.
“Acecho que estas bien, no perdiste tu vida, eso es lo destacado, que asigne de significación para andar atento, nos vemos la próxima”.