viernes, marzo 01, 2024

Influencia

“…porque mucho de lo que está prohibido me hace feliz”.
Callejeros

 Un amigo que dejó de fumar hace años volvió a engancharse al vicio. Lo hizo a escondidas para no perder el aprecio de familiares y compañeros. Había recibido tantas felicitaciones que temía decepcionar. Fumaba en el baño, luego abría la ventana, se perfumaba y chupaba un caramelo de cereza.
 El primero en descubrirlo fue su hijo, despues un compañero de trabajo. El chisme se difundió rápidamente y lo desanimo hasta llegar a la depresión.
 Un día lo encontré por la calle en un estado lamentable. Lo invité a un bar y charlamos mientras tomamos una gaseosa y comíamos hamburguesas. Recordamos una travesura infantil de aquella vez que encontramos un pucho tirado, y lo incite a fumar. Al despedirnos me comentó lo bueno de juntarnos.
 Al poco tiempo me crucé con el hijo y me contó que mi amigo había dejado de fumar. Pero comía únicamente hamburguesas, era un obeso de más de 120 kilos y todos los días iba a McDonalds. Me pidió que lo llamara porque preguntaba por mí y así lo hice. Nos citamos en el mismo bar. Tomamos whisky y charlamos animadamente. Nos despedimos y ayer me enteré, también por el hijo, que había adelgazado pero ahora concurría dos veces por semana a alcohólicos anónimos.
 Esta vez no me pidió que llame a su padre.

martes, febrero 27, 2024

Ladrones


       “Oportunidad, rapidez y sobre todo habilidad hacen al bandido”.
M J F

 Me encontraba en el bar de Av. Moreno y Libertad tomando un licuado, mientras leía los titulares del diario, que reproducía dichos de algunos miembros del partido gobernante: “No gaste más de lo que pueda”, “compare precios”, “¡No deje que le roben!”. En esos momentos entro un asaltante, arma en mano, cerrando las puertas, mientras con otro secuaz que lo esperaba en una mesa: comenzaron a sacarnos a todos: billeteras, relojes, celulares, anillos, collares, etc. También se llevaron lo que contenía la caja del bar y salieron corriendo.
 Los comensales asustados, escaparon velozmente sin pagar lo que consumieron. Los mozos, aprovechando la confusión general, se quedaron con lo que habían cobrado.
 Una camioneta policial que pasaba por el lugar, se acercó y tres funcionarios entraron a inspeccionar. Un comisario levantó del piso una billetera y la guardó en su bolsillo. Por otro lado, los dueños del bar labraron el acta de denuncia por el asalto, declarando el doble de lo que les robaron, para después cobrar el seguro.
 Al día siguiente el diario informaba: “Asaltaron un bar del centro. Los ladrones fueron solo dos. No hay pistas.”

jueves, octubre 20, 2022

Desfase

Si te miras en el espejo, nunca sabrás si él que estás viendo realmente eres tú…  quien sabe, tal vez él del otro lado piensa lo mismo.


martes, julio 05, 2022

El saludo

 La última escena de la película donde Superman (1978) vuela por encima de la Tierra, mirando y sonriendo a la audiencia se considera como una de las primeras situaciones en las que un actor rompe la cuarta pared, en un largometraje a color; sello innovador que otras películas y series, imitaron después.
 Esta escena fue característica en todas las cintas que protagonizó Christopher Reeve como Superman, incluso se recreó a manera de tributo en Superman Returns (2006). 

                                      

                                            
                                                                    

 

domingo, febrero 15, 2015

Paciencia, el arte de enojarse lentamente

 “¿Para que el luminoso oro? si eres mudable con la felicidad”
  Jurisconsulto Tenensius, Pergaminos Perpetuos.

“La tranquilidad y la paz no tienen precio, hay que apreciar la calma; es absurdo vivir en un país de mucha abundancia si existe un tenso clima de guerra; no se disfruta, y esto trasladado al ámbito familiar es lo mismo, siempre hay que buscar un lugar sosegado y con gente que no te sofoque…” sabia aconsejarme filosóficamente mí padre en nuestros tranquilos almuerzos cuando yo era niño.
 Traigo este grato recuerdo, porque anoche soñé con mi tío abuelo Marcos, quien falleció hace unas semanas lejos de nuestra familia.
 Se rumoreaba en la ciudad como: el viejo que se bañaba en dólares, y que termino manoseando semillas en algún lugar.
Fue dueño del QuirMar, la única distribuidora de harina en todo Santiago, hombre de mucho dinero y de fastuosos caprichos: tenia un globo aerostático, fue el primero en comprar un televisión a color, probó todas las marcas de motos, se alquilo un submarino, pago una costosa entrada para la ceremonia de los Oscar, fue a Bahamas a practicar paracaidismo y surf; para su cumpleaños de cincuenta contrató a Los Iracundos y a Las voces de Huayra, presenció seis finales mundiales de futbol, estuvo en la segunda fila de la pelea entre Thomas Hearns y Pipino Cuevas, siguió el tour de Tony Bennett y varias veces se alojó en el hotel Burj Al Arab. Estos carísimos gustos siempre fueron acompañados por mi tía, ya que vivían solos y no tenían hijos.
 Pero un día del mes de mayo del 2003 a la salida del negocio, desapareció.
 Al principio sospechamos de un secuestro, porque siempre fue un tentador objetivo para cualquier delincuente, o la posibilidad de algún escarmiento político, ya que tenía fuertes y desubicadas criticas publicas contra el gobierno de aquel tiempo.
 Las semanas pasaron sin novedades de su paradero. Mi tía entro en desesperación y resignación, delegando la función de la distribuidora a unos primos míos.
 Pero a los meses del mismo año, un telegrama nos notifico que mi viejo tío estaba en un inhóspito lugar del Chaco, viviendo y vendiendo sandías en una casucha al lado de la ruta 95.
 En el momento en que la policía lo encontró no estaba enajenado ni perdido, hablaba perfectamente y con detalles les explico su situación…
 No tenia deseo de ser encontrado, no quería regresar, no le importaba sus bienes, sus relaciones comerciales ni su fortuna, nada. Se hallaba dichoso con su anhelado y nuevo capricho: retirarse a un lugar apartado para disfrutar de la soledad y la tranquilidad.
 Cuando lo fuimos a buscar, pensé que lo notaría desmejorado, pero estaba radiante, de excelente talante y de buen humor. Recuerdo el impacto cuando nos vio, lo primero que nos dijo fue: muy jodida, no vuelvo más, nunca más.
 Nos confesó que en sus largos años de matrimonio, ante la sociedad mi tía era muy sociable, agradable y carismática, pero en la intimidad, era irritante, dominante y controladora con el. Tanto tiempo así, lo había hartado, produciéndole un estallido en su voluntad de querer desprenderse de ella y de todo, en busca de paz.
 No hubo manera de hacerlo reflexionar para que retornase a su ámbito. Nos repetía con desahogo que renunciaba a sus ostentaciones, a cambio de aprovechar sus últimos años por una modesta vida dedicada al cultivo de sandías.
 Ante la insistente negativa de volver, y la deshonra del abandono, provoco en mi tía mucha vergüenza y bronca, afectándola mentalmente, que la manifestó encerrándose en su casona, para no salir jamás.
 Hasta el día de hoy, niega la muerte de mi tío, y cuentan mis primos y la señora que la atiende, que sigue de mal humor, esperando ansiosamente el regreso de su marido, para revisarle la billetera…
 La recomendación de mi padre terminaba, con una picara sonrisa “… así que cuídate de la mujer molesta”.


sábado, julio 19, 2014

Plan descarte


“Sólo la violencia ayuda donde la violencia impera”.
Bertolt Brecht
 Ante el moretón en la frente y las manos temblando para recibir el vuelto, vino la pregunta obvia de la joven verdulera.
- ¿que le paso doña Alicia? -
- pucha che, vete al carajo, por donde ando me preguntan lo mismo, no entienden que se me ha caído una maceta encima –
- ¿Qué?, pero ándate a la mierda vieja, ¿porque me contestas así? de comedida te pregunto, seguro que te ha vuelto a trompear el coso ese de marido que tienes –
- pero vete vos, che pendeja chismosa, ¿que tienes que decir? que flor de cagadas te pegan a vos también.
- ¿también, dices?, ves vieja mentirosa, reconoces, que te hace re sonar… y sácalo iaaa!!! a tu perro!!! no ves que me esta meando las lechugas!!!.
- ¡no lo saco ni aca, y bien hecho por hablar de mas! – mientras asomaba en el local desde adentro de la casa separada por una cortina de tiras, el perro de la verdulera con los pelos del lomo parados, directo al ataque hacia el otro perro que ahora estaba levantando la patita sobre las naranjas.
- pendeja metida… que te importa a vos las cosas que pasan en mi casa, si todos saben que sos una infeliz sometida –
- ¿sometida me dices, vieja? si ¿y que? si sufro es asunto mío, pero vos sufres mas porque todas las noches te pega, se escucha por la pared –
- ves, ves que sos una chismosa, espías por la pared, solita te has quemado, en cambio yo sin querer desde el patio de casa, te escucho cuando lloras –.
 La casual clientela que esperaba ser atendida, miraba con sorpresa la tensa escena sobre el intercambio de intimidades que se sacaban las vecinas.
- vieja boluda, hace rato que vives mal por las cagadas que te da ese viejo vago, le tienes terror -
- ¡¿y vos que tanto criticas?! si te escucho todos los días, que quieres cambiar de vida, por la mierda que pasas, y no te vas porque le tienes cagazo –.
 Los perros ya estaban revolcándose a los mordiscones, entre las remolachas. Pero a ellas no les importaba, se desahogaban a los gritos y el clima se estaba incitando cada vez mas, cuando por el alboroto entraron los maridos a defender a sus mujeres; uno por la vereda y el otro por el fondo de la verdulería; personajes bien conocidos del barrio por el fuerte y avasallante carácter que tienen. Pero esa defensa, absurdamente se transformo en malhumor contra ellas.
 En el descontrol de la situación primero patearon cruelmente a los perros para separarlos, después pegaron con placer a sus mujeres para que se callen y luego se fueron a los puños entre ellos.
 La fuerza de juventud del marido de la verdulera fue la ventaja sobre el viejo vecino, quien cayó muerto por un tremendo golpe en la nuca.
 Ante los violentos acontecimientos, entro la policía y se llevaron a la comisaría al joven, quien a los dos días se estrangulo en el calabozo por la angustia y bronca.
 Esta tarde, al verlas juntas por la plaza paseando, después de un tiempo de lo ocurrido, inevitable es el comentario irónico del barrio: tuvieron una ingeniosa maniobra, simularon una pelea entre ellas, hicieron pelear a sus perros, y luego se mataron sus maridos…
 Ambas se quitaron de encima a sus molestos cónyuges.

jueves, diciembre 19, 2013

La rehabilitación


“El jugar compulsivamente es perjudicial para la salud”
 Los problemas económicos me estaban oprimiendo, mis asuntos no marchaban bien; a mis allegados les debía bastante dinero, ya no tenía a quien pedir ni a quien más embaucar, el despilfarro por el Casino y las maquinitas de Póker estaban desmoronando mi vida social y salud.
 La desesperación por buscar a quien estafar o de solicitar alguna ayuda monetaria era alarmante.
 Hasta que una mañana por el centro me cruce con un pariente, pero al pretender pararme a conversar con el, se atajo y me cito al otro día a un lugar para dialogar mas tranquilos.
 Era un solitario primo, que hace mucho no veía, sabía ser extraño, de humor cambiante, nervioso y de poco hablar, que alguna vez tuvo mucha fortuna y según rumores la perdió apostando. Me entusiasmo la ilusión que quizás el me pudiera dar unos pesos.
 Nos reunimos en una zona de la periferia de la ciudad, como me lo había indicado el día anterior; en una casilla muy pobre.
 Desconocía sobre su precaria economía, pensé que podría vivir mejor, pero ya no me quedaba vergüenza obligado por el hambre y mi vicio al juego; este pariente era el último recurso que me convenía.
 Seguia introvertido como hace años atras pero mirándolo con atención, grata fue mi sorpresa encontrarlo jovial, y evidentemente el me noto avejentado.
 Rechazó mi desesperado e insistente pedido, pero ante mis inverosímiles promesas, me propuso acompañarlo como ayudante en su oficio de jardinero, ir por las tardes a un domicilio en el barrio Cabildo en el sector donde le dicen: los profesionales. Y de acuerdo a mi desempeño y aprendizaje me daría un mínimo de dinero si me lo merecía.
 Acepte, no por lo pequeño de mis honorarios ni la supuesta enseñanza que me ofrecía, me intereso el lugar a donde iríamos; un barrio residencial suponía una hermosa casa, quizá grande, y si contrataban un jardinero, era porque les sobraba efectivo, allí podría encontrar una oportunidad para alguna fechoría.
 Esa misma tarde, entramos por el costado del patio de un moderno caserón, mi primo tenia la llave de esa puerta, advertí entonces que los dueños le tenían confianza.

 Era un bonito jardín amplio, con muchas flores de variados colores, farolas, macetas colgantes y un pastizal que parecía una gran alfombra verde.
 Se acerco a recibirnos una simpática joven con dos vasos de jugo de naranja; por el delantal que llevaba puesto era del servicio domestico; nos saludo amablemente, mi primo le dijo que yo era su ayudante y que me encontraba a prueba observándome si yo podía aprender. Advertí que ella no dejaba de mirarlo y sonreírle, y cuando se aparto unos metros, le pregunte animadamente a mi primo quien vivía en esta propiedad; como era obvio con sus respuestas, me contesto lo preciso, “no es importante saber eso”.
 Comenzamos e hice lo que me indicaba, arrancar pequeños yuyos, cubrir los pimpollos, regar el césped, pero mientras realizaba estas labores mi primo se destapo e inesperadamente comenzó a hablarme sobre la humildad, del ser y del tener, del buen manejo del dinero, las tentaciones, del respeto, de las apariencias… se puso chiflado con su perorata, supuse que era para presumir y que la joven lo escuchase; no me importaba yo seguía con mi picante curiosidad sobre la casa y cuando se alejo a buscar un rastrillo, me acerque a la joven que estaba limpiando una pequeña estatua de un querubín, y le pregunte quienes eran sus patrones y entre susurros le entendí “es alguien que no le gusta sobresalir”.

 Cuando termínanos la labor nos retiramos, mi primo cerró la puerta de servicio y me reprocho el no haber atendido sus dichos. No le comprendía lo que me criticaba, yo estaba en otra parte con mis pensamientos por la frustración de no saber más sobre esa casa. Pero si le escuche decir que me daría otra oportunidad. Al siguiente día no iba a poder continuar con su oficio de cuidar las plantas y me delegaría a mi esa ocupación por única vez.
 Acepte gustosamente, asegurándole una buena tarea y alabando sus reflexiones. Me dio la llave recomendándome que no lo decepcionase y nos despedimos.
 Esa noche no podía dormir, la llave me quemaba, sentía un intenso deseo de entrar a hurgar esa casa, de husmear el lugar, sin hacerme notar y robar todo lo que sea de valor para hacer estallar el tragamonedas…
 Abrí sigilosamente la puerta del patio, el corazón me martillaba en el pecho a toda velocidad, me iluminaba solamente la luz de la luna, la puerta de la galería por la que se ingresaba al interior de un living estaba sin trabas, ingrese cautelosamente; adentro en el silencio y en la oscuridad un aroma familiar se acercó, alguien encendió las luces…
“Trate de enderezarte, no aprendiste nada… la humildad, las tentaciones, las apariencias, el ser, el tener, el cuidar el dinero… yo me cure... soy el dueño que querías conocer, primo”.