martes, septiembre 21, 2004

Bla, bla, bla...


Quien no tiene algún conocido al cual esquivamos porque es celebre por sus extensas y pesadas conversaciones; habla, habla y habla… y el reloj corre.
Este no es un relato para “quemar” a alguien pero tengo varios amigos que les encanta charlar y del asunto que sea pero si es de habladurías y chismes, mejor… es el tema favorito de ellos.
Pero aquí vine lo mejor; existe un personaje solitario, bohemio y pintoresco en mi ciudad, que es el terror de cuanto conocido encuentre por las calles ya que lo envuelve con su perorata y no hay manera de eludirlo, opina lo que conoce y de lo ignorado también poniendo pasión en sus conversaciones: gesticulaciones, manejo de manos y penetrante mirada. Lo insólito es que por las noches de insomnio, en su antigua casa de Urquiza al 100, cuando no tiene con quien platicar, saca una pizarra a la calle y con letras rojas entre comillas el mensaje es: “Pago $ 50 para dialogar y canjear ideas”.
No falta el pícaro que por hacerse unos pesos en estos tiempos de crisis, se presenta a debatir pero después aturdido no regresa mas ante un nuevo aviso; porque se retira con el bostezo y con unos cuantos centavos, ya que los cincuenta pesos no son tales, viene aplicado el descuento del café, la cerveza, los puchos y las galletitas con mermeladas… y esta tarifa no es por hora sino hasta que el dueño de casa se duerma y no tenga mas saliva… habitualmente eso sucede cuando se va presentando el sol.

miércoles, septiembre 15, 2004

Los juegos de ayer


Viendo un informe en el noticiero de la noche, comentaban que los chicos de hoy prácticamente se entretienen solos; casi todo el día están en sus casas jugando en la consola o con los múltiples aparatos eléctricos de última generación, conectados a Internet o viendo TV. No son sociables, no tienen grupos de amigos, a lo sumo un par de conocidos solo para intercambiar juegos. No hay que ser un especialista para saber que esto es malo, aparte del sedentarismo que esto provoca; la poca socialización con otras personas y el entorno.
Como decimos, con mis amigos ochenteros, a la edad de los chicos de ahora (entre 10 y 15 años) teníamos un mejor cuerpo desarrollado por los juegos físicos que teníamos... en fin... una pena.
No es que yo no volvía a mi casa cuando fui niño y adolescente, pero si me tomaba bastante tiempo con mis amigos en la calle y jugábamos a todos los juegos posibles e incluso nos lo inventábamos. Desde los educativos a los más groseros como "verdad o consecuencia", "la botella" o "el semáforo" (para intentar sacarle un beso a tu chica preferida), hasta los más brutos como el "cañito moquete", "hoyito chipaco", pasando por los tradicionales como "el alto ahí", "el 25", "la vieja congelada", “la yera” (con las etiquetas de cigarrillos) "las figuritas (en sus múltiples variedades) y las bolitas", “el teléfono descompuesto”, “el juego de la oración” (había que tener buena memoria) y los clásicos de clásicos "el escondido" y "la pilladita", incluso también jugábamos a los juegos catalogados femeninos: "saltar la piola", "el yo con todas", “la rayuela” o “el tejo” (como se le dice por estos pagos) “el elástico” juegos que pocas veces nos dejaban jugar las chicas. De aquellos años poseo varias marcas y cicatrices a lo largo de todo mi cuerpo. Es una lástima que paseando por las calles de mi ciudad, no vea a nadie jugando a ninguno de estos juegos, que se van perdiendo poco a poco.
Circulaba por los e-mails un correo muy gracioso sobre mi generación y de aquellos años de nuestra infancia en la vereda, donde evocaba lo que aquí intento plasmar, si alguien sabe a cual me refiero, me gustaría tenerlo y agradecería que me lo enviara.

martes, septiembre 14, 2004

Deducción del día

Hoy advertí que segun la sociedad de nuestro tiempo; soy un tipo aburrido, por dos razones: no fumo ni tomo alcohol.